PROBLEMAS DE ALIMENTACIÓN EN NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN

Los problemas de alimentación en niños con Síndrome de Down son algo que suele preocupar bastante y con lo que muchas familias con hijos con Síndrome de Down tienen que lidiar en su día a día.

POR QUÉ LOS NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN TIENEN PROBLEMAS DE ALIMENTACIÓN

A pesar de todos los estudios que existen, no se sabe con certeza por qué los bebés y niños con Síndrome de Down tienen problemas de alimentación. Sin embargo, parece que podemos ir obteniendo algunas pistas:

Boca pequeña: la cavidad oral suele ser más pequeña de lo habitual.

Paladar alto

Lengua adelantada: la lengua a veces sobresale fuera de la boca.

Poca fuerza muscular o hipotonía.

Lengua grande o macroglosia: no es lo común, sino que normalmente la lengua parece más grande en relación al espacio de la boca, que es pequeña como hemos dicho. Sin embargo, en ocasiones, sí existe una verdadera macroglosia.

Nariz pequeña normalmente con mocos: los niños con Síndrome de Down suelen tener las fosas nasales más estrechas y, además, con mucosidad que dificulta la respiración y, por tanto, la alimentación.

Defectos cardíacos: más o menos el 40% de los niños con Síndrome de Down tienen problemas del corazón. Esto puede provocar que se cansen antes comiendo, que respiren más rápido y que vomiten.

Alergias y/o intolerancias alimentarias: los niños con Síndrome de Down son más propensos a tener algún tipo de alergia a los alimentos o alguna intolerancia. Generalmente no tiene mucha repercusión si se evita el alimento en cuestión. Sin embargo, según el tipo de alergia, puede privarles de saborear bastantes tipos de comidas.

QUÉ PROBLEMAS DE ALIMENTACIÓN EXISTEN EN NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN

  • No cierran bien la boca. Al tener poca fuerza en los labios, les cuesta cerrar la boca y la comida se les suele salir. También les afecta a la hora de mamar, puesto que al no sellar los labios no pueden hacer el vacío necesario pasa sacar la leche. Y si toman leche del biberón, probablemente la leche se derrame.
  • Se cansan antes. Tanto por la posible cardiopatía como por la hipotonía o poca fuerza muscular, los niños con Síndrome de Down pueden no llegar a tomar todo el alimento que necesitan en una sola comida. Por este mismo cansancio, es probable que mastiquen poco los alimentos y los traguen sin triturar completamente. Esto puede dar lugar a digestiones pesadas.
  • Mueven poco la lengua. Al mover poco la lengua, no pueden llevar bien el alimento (o bolo) de un lado a otro de la boca para masticarlo. Además, tienden a sacar la lengua mientras comen, por lo cual se sale la comida y dificulta que se triture bien la comida y pase hacia el fondo de la boca para tragarla.
  • Rechazo a ciertos alimentos. Los niños con Síndrome de Down pueden tener una mayor sensibilidad a la temperatura, sabor o textura de los alimentos y, por tanto, se niegan a comerlos.

PREVENIR LOS PROBLEMAS DE ALIMENTACIÓN EN NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN

CUANDO SÓLO TOMAN LECHE

Para prevenir los problemas de alimentación, se empieza desde que nacen. Cuando son prematuros, es importante contar con una logopeda en la UCI Neonatal. Una vez salen de allí, es importante ayudar a instaurar la lactancia materna si no ha podido ser antes y si la madre lo desea. ¿Por qué es especialmente importante la lactancia materna en niños con Síndrome de Down? No solo porque aporte defensas a su sistema inmunitario sino porque permite que los bebés pongan en juego su reflejo de orientación y tengan que trabajar la extracción de la leche del pecho. Además, permite que el vínculo entre madre e hijo o hija se refuerce. ¿Significa eso que no le puedes dar biberón? No, significa que no es lo ideal en principio. Pero por distintas circunstancias, a veces es el biberón el método por el que se alimenta al bebé. Existe una manera para dar el biberón de manera que sea lo más parecido al pecho:

  • Coge a tu bebé en brazos siempre mientras le des el biberón.
  • Utiliza, a ser posible, un biberón en el que solo salga leche si el bebé succiona.
  • Sigue el método Kassing para dar el biberón. No obstante, si deseas instaurar la lactancia y piensas que tu hijo con Síndrome de Down no mama, no dudes en acudir a un grupo de lactancia o a una logopeda que sepa de lactancia.

CUÁNDO INTRODUCIR LA ALIMENTACIÓN SÓLIDA

Llega un momento en que es necesario que los bebés con Síndrome de Down comiencen a probar la comida sólida. Por supuesto, la lactancia ya sea materna o artificial, debe mantenerse. El método ideal para ello es el Baby Led Weaning, del que seguramente ya hayas oído hablar. Consiste en dejar que el bebé tome los alimentos con las manos. Si bien, antes de introducir la alimentación complementaria son necesarios unos requisitos:

  • Que el bebé haya cumplido los 6 meses. Según la Organización Mundial de la Salud es contraproducente introducir antes la alimentación complementaria.
  • Que muestre interés por la comida.
  • Que sea capaz de mantenerse sentado. Este punto es muy importante. Para poder manejar bien la comida es necesario tener una estabilidad corporal. Además, se evitan atragantamientos.
  • Ya no tiene el reflejo de extrusión, es decir, ya no rechaza el alimento y lo saca de la boca.
  • Sabe negar. Es importante que pueda expresar cuándo no quiere más alimento o cuándo no quiere cierto alimento. La comida nunca debe ser una obligación o un sufrimiento ni para él/ella ni para la familia. Con el Baby Led Weaning o BLW el bebé podrá reconocer los alimentos con las manos y con la cara antes de introducirlos en la boca. De este modo, jugará sin darse cuenta con texturas, temperaturas y sabores que le harán más fácil la transición entre la leche y la alimentación complementaria.

QUÉ HACER SI YA EXISTEN PROBLEMAS DE ALIMENTACIÓN

En primer lugar, contacta con un/a logopeda que trabaje miofuncional y que pueda valorar a tu hijo o hija. En ocasiones, puede existir otras dificultades que hayamos pasado por alto y conviene conocerlas. Además, cada niño es muy diferente; así que lo ideal para uno puede ser contraproducente para otro. Sin embargo, sí existen una serie de pasos que podemos dar:

  • Procura que coma en posición recta, con la espalda y los pies bien apoyados.
  • No fuerces. Si no quiere comer ahora, comerá después. Si tiene edad suficiente como para entender unas normas, comprobará que es duro aguantar hasta la siguiente comida del día (el almuerzo, la merienda, la cena…). Si no tiene edad como para entenderlo, simplemente espera a que tenga hambre.
  • Ponle a jugar con comida sin esperar que la coma. A veces será comida que incluso le resulte complicado masticar, como un filete. No importa: el objetivo es que se familiarice con distintas texturas, temperaturas y sabores. Puedes darle hielo, zanahoria cocida o espaguetis entre otros para que juegue.
  • No mezcles texturas. Es decir, no mezcles alimentos con distinta consistencia si le cuesta tragar. Por ejemplo, la sopa es líquida pero también tiene trozos sólidos cuando le añadimos fideos o arroz.
  • No mezcles sabores. Una cosa es ponerle ketchup a las patatas fritas y otra muy distinta triturar macarrones con tomate y merluza para que se lo tome en un solo puré. ¿Tú te lo comerías?
  • Ofrece el vaso para beber. Es posible que tenga que pasar primero por un vaso de aprendizaje pero a partir del año ya podrían beber en vaso muchos de los niños con Síndrome de Down. Beber en vaso pone en práctica otras habilidades distintas de tomar leche del pecho o del biberón y que son igualmente necesarias.
  • Cuando le ofrezcas purés, procura que la cuchara vaya hacia el centro de los labios y no raspar el labio superior: es decir, espera a que abra la boca por sí mismo/a. Si se lo ofreces por la comisura de los labios, fomentarás los movimientos de la lengua y la masticación.
  • Si tiene dificultades para masticar, ofrécele alimentos sólidos que se deshagan fácilmente, como brócoli o zanahoria cocidos, gusanitos, galletas tipo María… Alguno de estos alimentos no son ideales en lo que a valores nutricionales se refiere. Sin embargo, pueden servir de ayuda a aquellos niños o niñas con dificultades en la masticación.
  • Si se mete trozos demasiado grandes a la boca, probablemente no sea consciente de ello y necesite más estimulación para notarlo. Por ello, puedes pasar un cepillo de bebés por la boca antes de comer. Juega pasando por su boca elementos calientes y fríos, o alimentos crujientes o con un sabor fuerte (agrio, dulce o salado, por ejemplo). Igualmente, ofrécele juguetes con distintas texturas.

¿Y SI EL PROBLEMA DE ALIMENTACIÓN ES REALMENTE UN PROBLEMA DE CONDUCTA?

En ocasiones puede pasar que la niña o el niño coman en lugares no apropiados como, por ejemplo, el dormitorio. O que tire la comida. O coma demasiado rápido o demasiado lento. O que haga algún otro comportamiento que es bastante inadecuado. En estas ocasiones, el problema no es tanto de alimentación como de conducta.

Ese comportamiento suele ser el resultado de una combinación de su propio carácter, las experiencias que haya vivido y cómo se encuentre el niño. A veces incluso es una reacción a un tipo de medicación o a alguna cirugía. Lo que está claro es que esa conducta inapropiada tiene un propósito, lo que pasa es que lo persigue de una manera desadaptativa (por ejemplo, ver el iPad o evitar un castigo o ciertas comidas).

En este caso, habría que ver qué hace cada niño o niña en concreto. Pero se puede quitar aquello que le refuerza ese comportamiento (por ejemplo, atención de papá, o la tele…) o incluso reforzar y hacerle consciente de lo positivo de un comportamiento alternativo (por ejemplo: «qué bien que comas sentado en lugar de estar de pie. ¿No estás más cómodo/a así?»). También se le puede hacer responsable de su comportamiento en cierta medida (por ejemplo, «anda, has vuelto a tirar el vaso. Anda, ayúdame a recoger el agua antes de comer. Si lo sigues tirando no te voy a poder llenar el vaso»).

También es básico que toda la familia sea coherente con las normas al comer. Si es posible que tu hijo o hija participe en la elaboración de esas normas, mucho mejor. Además, debes de ser consciente de qué es capaz de hacer tu hijo para no pedirle aquello que esté fuera de sus posibilidades. Las rutinas son un ayudante poderoso y comer siempre que sea posible en familia también.

Y lo más importante, pregúntate qué te gustaría que hiciera tu hijo o hija en lugar de decirle qué es lo que no quieres que haga.

Artículo e infografía: Silvia Romanillos (www.mihijonohabla.com)

Colaboración con Una Mirada Especial

 

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