La esperanza de vida de las personas con síndrome de Down ha aumentado notablemente de los 25 años como media hace 30 años, a situarse en los 60 en la actualidad. Esto se debe a varios factores, y el principal factor ha sido la disponibilidad de tratamientos que corrigen o previenen graves complicaciones propias del síndrome de Down (cardiopatías congénitas, neumonías y otras infecciones de repetición, leucemias, hipotiroidismo…).
También ha habido mejoras en la nutrición, calidad de vida en general, o prevención de complicaciones mentales.
Por otra parte, también hay que destacar el envejecimiento precoz de las personas con Síndrome de Down, debido a una serie de causas relacionadas con los genes del cromosoma 21 que se encuentra triplicado, principal característica de este síndrome, y que por ello también es llamado “trisomía 21”. Independientemente de este envejecimiento precoz, algunas personas con Síndrome de Down desarrollan alzhéimer, enfermedad caracterizada por la demencia.
Esta copia de más hace que se encuentre duplicado el que regula la proteína precursora amiloidea, determinante en el desarrollo de Alzheimer. Y ésta es la razón de la elevada prevalencia de este tipo de demencia en las personas con síndrome de Down que aumenta del 1,4% en menores de 40 años hasta el 41,7% en mayores de 60.
En general, la población con síndrome de Down muestra una mayor probabilidad de desarrollar enfermedad de Alzheimer que el resto de la población, y aumenta según aumenta la edad.
Los síntomas de Alzheimer y la manera en que se manifiesta en estos casos son similares a los del resto de la población.
Los primeros síntomas que se producen son la pérdida de memoria de acontecimientos recientes y la desorientación espacio-temporal, aunque inicialmente es necesario realizar un diagnóstico para descartar que se trate de otras patologías. Una vez se confirme la presencia de Alzheimer, su evolución y tratamiento es similar al que se da en personas sin este síndrome.